Vivimos días convulsos en los que predomina la incertidumbre. La crisis del coronavirus ha puesto al mundo contra las cuernas, y España no iba a ser menos. Unos de tantos efectos ha sido el gran desajuste tanto en las cuentas públicas como en el sector privado: miles de negocios y comercios se han visto obligados al cierre, la actividad económica se ha detenido por completo, las fábricas han tenido que parar y nuestro gran motor económico, el turismo, ha caído y no sabemos cuándo podrá recuperarse.
Todos estos sucesos han propiciado la caída del PIB poco más de un 5% en el primer trimestre, en el que el COVID-19 solo tuvo efectos las dos últimas semanas de marzo. Mencionar que el PIB es el Producto Interior Bruto, este es el mejor indicador económico para ver la evolución de un país: si este sube, la economía va bien, si este se resiente las cosas van mal. Las previsiones futuras no son muy halagüeñas, y es que se prevé que la deuda se dispare hasta el 130% del PIB. Algunos especialista son aún más pesimistas, previendo que la deuda pública se dispare hasta el 140% del PIB, lo que es una verdadera locura. Ante este panorama desolador, España esta abocada a un rescate y la gran pregunta que cabe hacerse en este punto es: ¿qué consecuencias tendría un rescate económico para nuestro país? La más elemental es una intervención de las cuentas públicas por parte de Europa, o la también llamada troika. Este nombre viene del conjunto que formarían el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea.
La tónica general de los efectos de un rescate serían los recortes: recortes en sanidad, recortes en las comunidades autónomas, reducción del gasto público (bajada en el salario de los funcionarios y reducción en su número), la reducción o incluso la congelación de las pensiones, desregularización del sector privado aumentando la política de las privatizaciones, súbida de impuestos e incluso poner peajes en las autovías si fuera necesario. Todo lo que haga falta para recaudar más dinero público.
Tan solo hay que mirar al pasado y ver cómo afrontaron la crisis otros países europeos. Durante el rescate de Grecia hubo bastantes protestas sociales a raíz de los recortes que se hicieron. No solo aumentaron las protestas, sino también los suicidios, la delicuencia o la emigración. Incluso leí un caso en el que un anciano se suicidó por no tener para comer y que se negaba a pedir limosna. Esperemos no llegar a esa situación.
Llegados a este punto, me gustaría hacer una aclaración que considero bastante necesaria: España no fue rescatada en los años de los crisis. España lo único que pidió, por decirlo así, es una ayuda para la reestructuración de la banca a través del MEDE de 100.000 millones de euros. El MEDE es el Mecanismo Europeo de Estabilidad, podríamos decir que sería como un fondo de ayuda europeo que no llega al nivel del rescate, una especie de hucha común. También se vaciaron los fondos de las pensiones para conseguir más dinero. La única similitud que tiene el MEDE con un rescate como tal, es la vigilancia post-ayuda y que la cantidad del préstamo es equiparable al de los rescates de otros países como Grecia, Chipre o Portugal. Por este motivo, podrás escuchar en algunas fuentes hablar sobre el "rescate" de España, aunque realmente no fue así. A partir de aquí, no tiene nada más que ver. Aquí no estuvo la troika y aunque se recortó mucho, creo que tanto los recortes como las consecuencias en general, hubieran sido mucho peores de haber llegado a necesitar el rescate.
Ante esta situación hay varias alternativas para evitar el rescate: súbida masiva de impuestos o aplicar la política de recortes, e incluso ambas. Si no se aplican estas medidas, y por lo que parece no va a ser así, o el panorama económico mundial no mejora de repente por la existencia de alguna vacuna, España tarde o temprano estaría abocada a un rescate económico.
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